Desde la aprobación de la Constitución en 1978 el pueblo español ha recorrido un largo camino de progreso que nos ha permitido mejorar la vida de millones de personas gracias a la existencia de un Estado del Bienestar.

Recuperamos la democracia, después de una cruel dictadura, porque estábamos convencidos y confiados en que vivir en un Estado democrático nos permitiría resolver juntos los problemas comunes teniendo en cuenta todas las visiones y todas las soluciones posibles.

Hoy nuestro país forma parte de la Unión Europea y es un ejemplo para el mundo tanto en derechos como en libertades. Un país que ha logrado proteger la vida de millones de personas ante la mayor pandemia desde hace cientos de años.

Hoy podemos vivir sin ocultar nuestra auténtica identidad, podemos sentirnos vinculados al lugar en el que nacimos tanto como al país común. Hoy tenemos garantizada la educación, la sanidad y las pensiones vivamos donde vivamos.

La verdad es que el país que conocemos se parece bastante al que soñamos las generaciones que estamos a punto de jubilarnos o ya se han jubilado.

Crecimos en un pais en el que era impensable que la hija de un campesino pudiera ser médico, o que pudiéramos acabar con el terrorismo, o que pudiéramos viajar por todo el mundo gracias al dominio de los idiomas, o, lo que era más difícil de creer, que alguien pudiera ser atendido en una hospital público con tratamientos que no podría pagar con su propio dinero.

Hoy todo eso es realidad, pero hoy todo eso corre peligro. Nuestros sueños pueden acabarse si las nuevas generaciones no los hacen suyos. Nada de lo logrado es para siempre. Solo podemos mantenerlo si estamos dispuesto a valorarlo y defenderlo.

España es un país con un gran futuro por delante, un futuro que tienen derecho a soñar las nuevas generaciones y que harán posible con sus decisiones.

Buena parte de ese futuro se decide en las próximas elecciones generales, unas elecciones que se nos presentan como una encrucijada de caminos: el camino del progreso social o el camino del retroceso social.

Es decir, unas elecciones en las que decidiremos entre seguir avanzado a partir de lo que ya tenemos o desandar lo andado y demoler el Estado del Bienestar que tanto nos costó construir.

Pues bien, quienes firmamos este manifiesto lo hacemos con la intención de compartir con las nuevas generaciones nuestra experiencia y nuestro conocimiento. Queremos invitarles a dialogar sobre el camino que nos ha llevado hasta aquí y sobre el riesgo que corremos de perder todos los avances logrados hasta el momento.

Somos hombres y mujeres socialistas que hemos contribuido como millones de ciudadanos a crear el país que conocemos pero que también hemos asumido importantes responsabilidades de gobierno en la creación del Estado del Bienestar.

Nos preocupa especialmente que las decisiones que tomemos estén basadas en una imagen de nuestra país creada sobre engaños y falsedades.

Después de lo ocurrido en Gran Bretaña con el Brexit, o en Estados Unidos con la elección del presidente Trump, no podemos ignorar el peligro que conlleva crear un estado de opinión cada vez más polarizado y con líderes que consideran basura desechable todo los avances sociales.

No podemos ignorar que en esos casos muchas personas creyeron que estaban eligiendo lo mejor para su país, pero tampoco que una vez acabada las elecciones nada fue como parecía. Habían sido víctimas de un engaño.

Mucho nos tenemos que en nuestro país puede ocurrir lo mismo. Asistimos todos los días a una ceremonia de la confusión en la que se oculta o se distorsiona conscientemente la realidad. Se genera ruido para ocultar realidades incontestables.

Todas estas maniobras están destinadas a conformar un determinado estado de opinión y a conformar la voluntad popular a partir de un sentimiento creciente de odio hacia determinadas personas e ideas.

Hay logros innegables en esta legislatura que se presentan bajo la etiqueta de “sanchismo” para ocultarlos y generar animadversión hacia quienes los han hecho posibles por el simple hecho de asociarlos a una persona que ellos consideran indeseable.

Durante estos años ha aumentado el salario mínimo profesional, las pensiones mínimas, se ha reducido el desempleo con mejores contratos, se ha creado un escudo social para proteger a las personas más desfavorecidas ante la pandemia y ante los efectos de la primera guerra en Europa. España dispone de fondos europeos extraordinarios para facilitar la recuperación y la transformación de la economía.

Nada de esto parece tener valor, nada de esto merece ser considerado como un ejemplo de buen gobierno. Hasta uno de los mayores avances de la humanidad, la Agenda para el desarrollo sostenible (Agenda 2030) es considerada basura ideológica. Algo realmente impensable si tenemos en cuenta que fue suscrita por 193 paises y que nuestro socios de la Unión Europea la han incorporado a sus agendas de gobierno.

Este modo de actuar no es ingenuo, sigue la una estrategia comunicativa que ya se ha utilizado en otros países. Primero desprestigian a la persona y luego a todo lo que ha logrado. De esta forma creyendo votar para derrotar a Sánchez, la ciudadanía está votando por acabar con los avances alcanzados por España.

Las próximas elecciones son decisivas para todos pero especialmente para los jóvenes, por eso, precisamente por eso, no podemos decidir aceptando como real una imagen de nuestro país creada sobre desidias y mentiras. Ese es el peor modo de elegir entre dos posibles caminos.

Para nosotros el mejor modo de actuar es abrir espacios de diálogo entre generacionales que nos permitan compartir, experiencias, conocimientos y sueños.